martes, 22 de junio de 2021

Impacto y paradojas del modelo atómico moderno

La conferencia de Solvay fue fundada por Ernest Solvay en 1912 para tratar de los temas de frontera sobre física y química, debido a su éxito se realizaron otras versiones de las cuales la más famosa y por mucho fue la quinta.

Figura 33.   Foto de la quinta conferencia de Solvay donde se encuentran los protagonistas del inicio de la física y la química modernas. En la foto tenemos de izquierda a derecha: 

Tercera fila: Auguste Piccard, Émile Henriot, Paul Ehrenfest, Édouard Herzen, Théophile de Donder, Erwin Schrödinger, JE Verschaffelt, Wolfgang Pauli, Werner Heisenberg, Ralph Fowler y Léon Brillouin. 

Fila media: Peter Debye, Martin Knudsen, William Lawrence Bragg, Hendrik Anthony Kramers, Paul Dirac, Arthur Compton, Louis de Broglie, Max Born y Niels Bohr. 

Fila frontal: Irving Langmuir, Max Planck, Marie Curie, Hendrik Lorentz, Albert Einstein, Paul Langevin, Charles-Eugène Guye, CTR Wilson y Owen Richardson.

En 1927 un año después de que Schrödinger hubiera publicado su ecuación se convocó en octubre la quinta conferencia de Solvay, en este caso los temas principales serian electrones y fotones, y allí serian reunidos los físicos más memorables del siglo XX para discutir la recientemente formulada teoría de la mecánica cuántica ondulatoria. Las figuras más prominentes fueron Albert Einstein y Niels Bohr, pero 17 de los 19 conferencistas eran ya ganadores del nobel, e incluso uno de ellos ya había ganado dos, Marie Curie, quien los obtuvo en dos disciplinas científicas independientes. Esta conferencia también analizó aspectos fundamentales de la epistemología de las ciencias, Einstein lideró a los científicos realistas que deseaban un sistema de reglas estricto para el método científico propuesto por Peirce y Popper, versos Bohr quien lideraba a los instrumentalistas quienes deseaban un sistema de reglas más flexible que tomara en cuenta los resultados. A partir de este punto, los instrumentalistas ganaron, y la ciencia se ha basado en los productos desde entonces, aunque el debate ha continuado (Mehra, 2012)

La conferencia también es célebre porque los invitados se tomaron lo que es descrito como “la foto más inteligente de la historia”, y en palabras de un colombiano, los más duros de la física estaban allí reunidos en algo que no era un fotomontaje de un libro de texto. El único que no estuvo en la foto pero que si atendió a la conferencia fue Ernst Rutherford lo cual es una verdadera lástima (Bacciagaluppi & Valentini, 2009; Hansen, 1976; Langevin-Joliot, 2011; Valentini, 2009; Welch, Ray, Melendez, Fare, & Leach, 2010). Adicionalmente esta conferencia es el marco de referencia para el famoso debate entre Einstein y Bohr en la cual se esgrimieron teorías y también interpretaciones, y las citas más famosas de estas tal vez son “Dios no juega a los dados” Einstein seguido de la réplica de Bohr “deja de decirle a Dios que hacer con sus dados”.

Para 1930 la mecánica cuántica alcanzó un mayor nivel de desarrollo y formalización gracias al trabajo de David Hilbert, Paul Dirac y John von Neumann con un mayor énfasis en la experimentación y la medición de los fenómenos cuánticos, la naturaleza estadística de nuestro entendimiento de la realidad, y especulaciones filosóficas a cerca del observador con un conjunto de paradojas como la del gato de Schrödinger o el entrelazamiento cuántico.

Desde entonces y a medida que los científicos han tenido acceso a mejores tecnologías informáticas, la mecánica cuántica ha ido permeando de forma práctica a la química, la electrónica, la óptica y la teoría de la información, a tal punto en que las tecnologías de nuestro orgulloso mundo moderno como el celular, la computadora, el rayo láser, los Blu-ray no podrían existir, y todo gracias a que unos científicos comenzaron a preguntarse por qué el arcoíris del Sol no se veía completo.

A nivel teórico la mecánica cuántica posee aplicaciones para el desarrollo de teorías nuevas de frontera del conocimiento científico como la teoría de cuerdas y la gravedad cuántica, así como aplicaciones a teorías prestigiosas como es el caso de la ley periódica, en enlace atómico y las propiedades de algunos compuestos simples. A pesar de que la mecánica cuántica fue desarrollada para describir un mundo que era muy pequeño, es necesaria para poder entender fenómenos macroscópicos como los superconductores y los superfluidos.

La interpretación de Copenhague tiene que ver con la probabilidad de encontrar a un electrón en un patrón de interferencia a través del experimento de la doble rendija, y por añadidura también cualquier probabilidad de encontrar a un electrón en cualquier fenómeno modelado por medio de la ecuación de Schrödinger, como por ejemplo de encontrarlo en cualquier lugar en el espacio contenido por los orbitales (Howard, 2004).

Con el nombre de interpretación de Copenhague se hace referencia a la interpretación de la mecánica cuántica considerada tradicional u ortodoxa. Fue formulada en 1927 por el físico danés Niels Bohr, con ayuda de Max Born y Werner Heisenberg, entre otros, durante una conferencia realizada en Como, Italia. Se conoce así debido al nombre de la ciudad en la que residía Bohr (Tegmark & Wheeler, 2001).

La interpretación de Copenhague intenta reconciliar el contra intuitivo dualismo material de "onda" y "partícula" de un modo adecuado a la comprensión humana Es fundamental para la interpretación de Copenhague que los resultados de los experimentos sean descritos en el lenguaje ordinario, no depender de la terminología arcana o palabras que se refieren sólo a los grupos de símbolos matemáticos. El axioma fundamental de la interpretación de Copenhague es el "postulado de la cuántica", que dice que los acontecimientos subatómicos son sólo perceptibles como transiciones indeterministas físicamente discontinuas entre estados estacionarios discretos. Varias consecuencias se deducen de este postulado de la discontinuidad física impredecible.

Una de las principales razones por que es necesaria la interpretación del formalismo de la mecánica cuántica es que tal interpretación proporciona una visión general no separable en el tiempo y el espacio, ya que los dominios de la función de onda (el formalismo matemático de la mecánica cuántica) es el espacio de configuración (una descripción esquemática), no el espacio-tiempo físico "real" familiar a la mente humana.

La interpretación de Copenhague incorpora el principio de incertidumbre, el cual establece que no se puede conocer simultáneamente con absoluta precisión la posición y el momento de una partícula. La interpretación de Copenhague señala el hecho de que el principio de incertidumbre no opera en el mismo sentido hacia atrás y hacia delante en el tiempo. Muy pocos hechos en física tienen en cuenta la forma en que fluye el tiempo, y este es uno de los problemas fundamentales del Universo donde ciertamente hay una distinción entre el pasado y futuro. Las relaciones de incertidumbre indican que no es posible conocer la posición y el momento simultáneamente y consiguientemente no es posible predecir el futuro ya que en palabras de Heisenberg “no podemos conocer, por principio, el presente en todos sus detalles”. Pero es posible de acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica conocer cuál era la posición y el momento de una partícula en un momento del pasado. El futuro es esencialmente impredecible e incierto mientras que el pasado completamente definido. Por lo tanto, nos movemos de un pasado definido a un futuro incierto.

Bohr formuló en la interpretación de Copenhague lo que se conoce como el principio de complementariedad que establece que ambas descripciones, la ondulatoria y la corpuscular, son necesarias para comprender el mundo cuántico. Bohr también señaló en esa conferencia que mientras en la física clásica un sistema de partículas en dirección funciona como un aparato de relojería, independientemente de que sean observadas o no, en física cuántica el observador interactúa con el sistema en tal medida que el sistema no puede considerarse con una existencia independiente. Escogiendo medir con precisión la posición se fuerza a una partícula a presentar mayor incertidumbre en su momento, y viceversa; escogiendo un experimento para medir propiedades ondulatorias se eliminan peculiaridades corpusculares, y ningún experimento puede mostrar ambos aspectos, el ondulatorio y el corpuscular, simultáneamente.

Además, según la interpretación de Copenhague toda la información la constituyen los resultados de los experimentos. Se puede observar un átomo y ver un electrón en el estado de energía A, después volver a observar y ver un electrón en el estado de energía B. Se supone que el electrón saltó de A a B, quizás a causa de la observación. De hecho, no se puede asegurar siquiera de que se trate del mismo electrón y no se puede hacer ninguna hipótesis de lo que ocurría cuando no se observaba. Lo que se puede deducir de los experimentos, o de las ecuaciones de la mecánica cuántica, es la probabilidad de que, si al observar el sistema se obtiene el resultado A, otra observación posterior proporcione el resultado B. Nada se puede afirmar de lo que pasa cuando no se observa ni de cómo pasa el sistema del estado A al B. A pesar de fundamentarse en principios comprobados y de que la gran mayoría de positivistas la aceptaron sin objeciones, Einstein y muchos otros físicos se negaron a aceptar esta interpretación de la mecánica cuántica, presentando varias críticas.

El experimento de la doble rendija (YouTube)  no fue crucial para la formulación de la mecánica cuántica ondulatoria, aunque manifiesta bellamente los postulados de la interpretación de Copenhague.

El experimento de la doble rendija no fue realizado con nada más aparte de radiación electromagnética, ya fuera luz, rayos X u otras formas de radiación sino hasta 1961 cuando Claus Jönsson de la Universidad de Tübingen la realizó con rayos de electrones (Jönsson, 1961, 1974). En 1974 los físicos italianos Pier Giorgio Merli, Gian Franco Missiroli, y Giulio Pozzi repitieron el experimento empleando electrones únicos y un biprisma en lugar de rendijas, mostrando que cada electrón se interfiere a si mismo tal como predice la teoría (Merli, Missiroli, & Pozzi, 1976; Rosa, 2012).

El experimento de la doble rendija para electrones repite los mismos resultados que para fotones siempre y cuando no intentemos observar a los electrones en su camino desde el emisor hasta el detector. Si no intentamos observarlos, los electrones funcionan como ondas de luz y manifiestan el patrón de interferencias, a esto se refieren los cuánticos con el hecho de intentar un diseño experimental para ver las características ondulatorias, el cual arroja las propiedades ondulatorias. Pero cuando intentamos ver los electrones midiéndolos, necesitamos enviar luz, y los fotones parecen colapsar las ondas de electrones convirtiéndolos nuevamente en partículas, por lo que al medir la característica particulada del electrón, el resultado del experimento cambia, arrojando lo que se espera de una partícula. En otras palabras, si diseñas el experimento para ver A, observarás A, pero cuando lo diseñas para ver B observarás B, pero en ambos casos es la misma sustancia, electrones.

Figura 34.  El gato de Schrödinger. Como muchas de las cosas raras, es una paradoja empleada para intentar derribar su propia teoría, las matemáticas de la cuántica son robustas, sus conclusiones locas… Pero experimentos modernos han convertido estas fumadas mentales en hechos científicos, que aunque poco intuitivos, pueden servir para generar nuevas tecnologías locas.

Erwin Schrödinger fue uno de los que más rápido se volvió contra su propia creación, y de hecho muchas de las críticas a la mecánica cuántica ondulatoria fueron postuladas en términos de paradojas lógicas (DeYoung, 1998; Gribbin, 2011).

Schrödinger escribió en 1937 que uno puede llegar a tener casos ridículos (YouTube, YouTube)si es que la mecánica cuántica está en lo correcto.  Erwin Schrödinger plantea un sistema que se encuentra formado por una caja cerrada y opaca que contiene un gato en su interior, una botella de gas venenoso y un dispositivo, el cual contiene una sola partícula radiactiva con una probabilidad de 0.5 de desintegrarse en un tiempo dado, de manera que, si la partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere. Al terminar el tiempo establecido, la probabilidad de que el dispositivo se haya activado y el gato esté muerto es de 50:50, y la probabilidad de que el dispositivo no se haya activado y el gato esté vivo tiene el mismo valor. Según los principios de la mecánica cuántica, la descripción correcta del sistema en ese momento (su función de onda) será el resultado de la superposición de los estados vivo y muerto (a su vez descritos por su función de onda). Sin embargo, una vez que se abra la caja para comprobar el estado del gato, éste estará vivo o muerto. Sucede que hay una propiedad que poseen los electrones, de poder estar en dos lugares distintos al mismo tiempo, pudiendo ser detectados por los dos receptores y dándonos a sospechar que el gato está vivo y muerto a la vez, lo que se llama Superposición. Pero cuando abramos la caja y queramos comprobar si el gato sigue vivo o no, perturbaremos este estado y veremos si el gato está o vivo, o muerto.

Ahí radica la paradoja. Mientras que en la descripción clásica del sistema el gato estará vivo o muerto antes de que abramos la caja y comprobemos su estado, en la mecánica cuántica el sistema se encuentra en una superposición de los estados posibles hasta que interviene el observador, lo que no puede ser posible por el simple uso de la lógica. El paso de una superposición de estados a un estado definido se produce como consecuencia del proceso de medida, y no puede predecirse el estado final del sistema: solo la probabilidad de obtener cada resultado. La naturaleza del proceso sigue siendo una incógnita, que ha dado lugar a distintas interpretaciones de carácter especulativo.

Siguiendo la interpretación de Copenhague, en el momento en que abramos la caja, la sola acción de observar modifica el estado del sistema tal que ahora observamos un gato vivo o un gato muerto. Este colapso de la función de onda es irreversible e inevitable en un proceso de medida, y depende de la propiedad observada, en otras palabras, si lo que desea es medir las propiedades del gato muerto y organiza su montaje experimental lo que observará es al gato muerto, pero si lo que desea es medir las propiedades del gato vivo y organiza su montaje experimental para medir dichas propiedades, lo que verá al abrir la caja será al gato vivo. Es una aproximación pragmática al problema, que considera el colapso como una realidad física sin justificarlo completamente. El Postulado IV de la mecánica cuántica expresa matemáticamente cómo evoluciona el estado cuántico tras un proceso irreversible de medida.

El entrelazamiento cuántico y horrible efecto a distancia (YouTube), se dice que es un fenómeno que permite conectar dos partículas a distancias tan altas que ni siquiera la luz sería capaz de explicar dicha conexión, y de hecho fue otra de las grandes paradojas que emergían de la mecánica cuántica, fue propuesta originalmente como la paradoja Einstein-Podolsky-Rosen (Bell, 1964) antes de que los físicos se encontraran conque semejante aberración si existía (Bennett & Wiesner, 1992; Hagley et al., 1997). El entrelazamiento cuántico es un fenómeno físico que corre cuando un grupo de partículas, que no son necesariamente parejas son generadas o interactúan de tal modo que sus estados cuánticos no pueden ser descritos independientemente de los otros, incluso cuando las partículas son separadas a largas distancias(Raimond, Brune, & Haroche, 2001).

El problema con el entrelazamiento cuántico es que los cambios afectados en los estados cuánticos de una partícula afectan a los de sus pares en el grupo entrelazado a distancias mayores que lo que permitiría una comunicación por medio de luz, es como si las partículas entrelazadas pidieran conocerse entre sí de forma instantánea. Esto va en contra de las leyes de la relatividad pues es como si la información viajara más rápido que la luz, una instantánea cósmica que rompe las leyes de la relatividad de Einstein y por lo tanto una paradoja física.

La paradoja del entrelazamiento fue anterior al gato de Schrödinger y fue descrita por Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen en 1935 y Schrödinger la recogió en varias ocasiones posteriores. Einstein y colaboradores consideraban que el entrelazamiento era un imposible físico aun cuando las ecuaciones de la mecánica cuántica predecían su existencia real, lo cual era considerado como un error intrínseco de la teoría y una razón más para buscar una mejor explicación, en serio a nadie de le gusta la mecánica cuántica, ni siquiera sus creadores.

La maldición de los cuánticos fue que esta conclusión contraintuitivo fue de hecho una predicción exitosa del proceso de investigación experimental. En la actualidad ya se sabe manipular ciertos eventos de entrelazamiento y en consecuencia se ha convertido en una de las fronteras de investigación más vibrantes debido a sus posibles aplicaciones prácticas en las telecomunicaciones y en la computación cuántica (Togan et al., 2010).

Desde su concepción, muchos de los conceptos contraintuitivos de la mecánica cuántica han provocado agrias controversias filosóficas a cerca de la naturaleza del conocimiento científico, la relación de esta con las matemáticas, y a su vez la relación de estas con la naturaleza misma, incluso el primer concepto cuántico, la cuantización de la energía de los fotones no se la creía ni su propio proponente, luego conceptos como las amplitudes de probabilidad y las probabilidades de distribución de Bron tomaron décadas para ser apreciadas por muchos de los científicos más importantes de su tiempo. Richard Feunman una vez dijo al respecto “creí que es adecuado decir que nadie entiende la mecánica cuántica” y de acuerdo a Steven Weinberg “en la actualidad y en mi opinión no existe una explicación satisfactoria para la mecánica cuántica”. En este nivel de la teoría del átomo estamos hablando de un conjunto de ecuaciones que funcionan, pero que no poseen un valor analizable a una imagen fácil de interpretar por las personas.

La interpretación de Copenhague liderada por Bohr y Heisenberg permanece como la más aceptada por los científicos de la actualidad, casi a 80 años de su enunciación original, y tiene que ver con el problema del observador que mencionamos con anterioridad. Debido al azar de los fenómenos cuánticos como ley del universo, es necesario abandonar la idea aristotélica de causalidad, en el sentido en que pueden aparecer efectos sin causa. Los resultados experimentales también deben ser analizados en términos del diseño experimental ya que el observador altera profundamente el comportamiento de las partículas, colapsando sus funciones de onda, por ejemplo.

Albert Einstein jamás pudo aceptar el hecho de que el azar fuera una ley fundamental del universo y abandonar el principio de causalidad. De hecho, una de sus citas más famosas al respecto señala que “Dios no juega a los dados con el universo”, pero Bohr increpó “deja de decirle a Dios que hacer con sus dados” (Khoon, 2011). Einstein rechazó que los resultados de un experimento dependieran del observador, además le aterraba una aparente paradoja que emergía de la teoría, el principio de entrelazamiento cuántico o acción a distancia que describimos con anterioridad. El debate Bohr-Einstein provee una crítica vibrante a la interpretación de Copenhague desde un punto de vista epistemológico, lo cual en su tiempo concluyó con la formulación de la paradoja Einstein-Podolsky-Rosen.

El debate quedó en veremos por varias décadas hasta que alguien encontrara una forma de transformar una paradoja filosófica en un diseño experimental, tal como realizó John Bell. Los experimentos que el realizó con el fin de apoyar a Einstein y refutar de una vez por todas con la odiosa teoría que nadie entiende terminaron por… confirmar la precisión de la mecánica cuántica.

La mecánica cuántica ondulatoria es una teoría extraña, sus padres renegaron de ella, pero no pudieron abandonarla debido a que es útil, y en la actualidad constituye una de las dos grandes teorías del mundo físico junto con la relatividad. Y Ambas se contraponen ya que las fórmulas que se emplean para una no sirven para la otra, es como si existieran dos realidades o universos superpuestos, uno en lo muy grande y otro en lo muy pequeño. En este orden de ideas varios científicos intentaron cohesionar ambas en una sola, la famosa pero hipotética teoría del campo unificado que reconcilie la relatividad general con la mecánica cuántica, pero hasta ahora ese sigue siendo uno de los sueños sin completar de la física moderna, y quien lo logre será elevado al más alto de los honores de la historia de la ciencia sobrepasando a Isaac Newton y a Albert Einstein en prestigio. 

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