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El volumen es una cantidad escalar que expresa la cantidad de espacio tridimensional encerrado por una superficie cerrada. Por ejemplo, el espacio que ocupa o contiene una sustancia (sólido, líquido, gas o plasma) o una forma tridimensional.
El volumen a menudo se cuantifica numéricamente utilizando la unidad derivada del SI, el metro cúbico. El volumen de un contenedor se entiende generalmente como la capacidad del contenedor; es decir, la cantidad de fluido (gas o líquido) que podría contener el contenedor, en lugar de la cantidad de espacio que desplaza el contenedor en sí. A las formas matemáticas tridimensionales también se les asignan volúmenes. Los volúmenes de algunas formas simples, como las formas regulares, de bordes rectos y circulares, se pueden calcular fácilmente usando fórmulas aritméticas. Los volúmenes de formas complicadas se pueden calcular con cálculo integral si existe una fórmula para el límite de la forma. A las figuras unidimensionales (como las líneas) y las formas bidimensionales (como los cuadrados) se les asigna un volumen cero en el espacio tridimensional.
El volumen de un sólido (ya sea de forma
regular o irregular) se puede determinar mediante el desplazamiento de un
fluido. El desplazamiento de líquido también se puede utilizar para determinar
el volumen de un gas. El volumen combinado de dos sustancias suele ser mayor
que el volumen de una sola de las sustancias. Sin embargo, a veces una
sustancia se disuelve en la otra y en tales casos el volumen combinado no es
aditivo.
Diseños experimentales
Hasta este punto es evidente que medir el volumen
de un gas es importante para poder determinar su presión como lo hizo
Torricelli, sin embargo, vale la pena evaluar otros diseños experimentales para
su evaluación. La medición del volumen de gas contribuye a los estudios sobre
las velocidades de reacción y la viabilidad comercial de los procesos químicos
y bioquímicos en los que un gas es un subproducto. Además, también se requiere
la medición de volúmenes de vapores para la determinación de pesos moleculares
de líquidos volátiles mediante el método Victor-Meyer.
En comparación, la medición de volúmenes
de líquidos es más simple, ya que un líquido se puede medir con un cilindro
graduado, un matraz volumétrico, un balón aforado, una bureta, una pipeta o un
vial graduado. Esto es posible porque los líquidos adquieren la forma del
recipiente de medición y el nivel del menisco se puede observar con precisión y
sin dificultad, pues, aunque muchos son volátiles, la pérdida de volumen solo
se aprecia después de que ha pasado mucho tiempo, de horas a días. Los
volúmenes de líquido se ven influidos de manera insignificante por los cambios
de presión, pero los cambios de temperatura tienen un efecto significativo, por
lo que es esencial especificar la temperatura de medición.
Las mediciones de volumen de gases, por
otro lado, no son tan simples ya que la mayoría de los gases son invisibles y
sus volúmenes dependen significativamente tanto de la temperatura como de la
presión, el problema más grave es que los gases se escapan, por lo que es
fundamental diseñar un cierre hermético que impida el escape. El volumen de gas
informado sin especificar estos dos parámetros no tiene significado.
Desplazamiento
Imagina que necesitas hacer un experimento
de laboratorio donde se genera gas hidrógeno y necesitas medir su volumen, pero
dado que es un gas, no lo puedes medir con un instrumento volumétrico a menos
que resuelvas inconvenientes como:
👉
Sellar herméticamente el hidrógeno,
👉 pero
de una manera que permita medir su expansión,
👉 y con
una manera de trasladar el hidrógeno desde el reactor hasta el instrumento de
medición
La técnica de desplazamiento usa agua como
medio sellante, y su afore con respecto a una burbuja de gas formada en su
interior a medida que transcurre la reacción como medio de medición, y una manguera
de volumen despreciable que permite transferir el gas formado desde el reactor
hasta la burbuja en formación.
Figura 5‑1. Montaje básico para la medición de un volumen de gas producido
por una reacción química empleando instrumentos modernos.
La burbuja puede formarse dentro de un
instrumento volumétrico graduado como una probeta invertida. Debe tenerse en
cuenta que el gas acumulado en la probeta estará contaminado por una fracción
de vapor de agua, la cual debe medirse en experimentos de estandarización. En
la sección de gases húmedos veremos cómo se efectúan esos cálculos.
Sabemos que este diseño experimental
estaba disponible para los filósofos naturales y alquimistas, como mínimo, para
el siglo XVII debido a que una variación de él fue empleada para determinar la
producción de gas por parte de las plantas como producto natural del proceso de
fotosíntesis y que recibe el nombre de experimento de Senebier (Farmer, 2010).
Figura 5‑2. En el experimento
de Senebier el reactor es la propia planta que produce el oxígeno, pero el
mecanismo de medición sigue siendo el mismo, el volumen de la burbuja que
desplaza el volumen de agua.
Tratar de comprender qué obtenían las
hojas del agua en la que estaban sumergidas requería más que observación: se
necesitaban experimentos. Aquí iba a ser el interés de Senebier por la química
y su voluntad de experimentar con productos químicos lo que proporcionó la
clave de su éxito. Así queda patente en sus Mémoires Physico-chimiques
(1782), más aún en sus Recherches (1783), y también en un tercer libro
publicado cinco años después.
Más interesante aún, la lectura de este
libro ilustra que la propia forma de Senebier de hacer experimentos ayudó a
abrir una nueva forma de investigar un sistema vivo (la hoja) al someterlo a
tratamientos químicos. El enfoque de Senebier equivalía a algo que uno podría
denominar "fisiología química" (Farmer, 2010).
Con el tiempo, y para medir la cantidad de
gas que despedían las hojas, Senebier empleó recipientes de vidrio de varios
tipos. Quizás el más útil de estos vasos se parecía a un embudo invertido con
un cuello cerrado y graduado (Figura 5‑2
Izquierda). Para cada experimento, hojas sanas recién cortadas en la base de
sus pecíolos se colocaron en el recipiente lleno de agua que luego se sumergió
en un baño de agua más grande para eliminar todas las burbujas de aire. Luego,
se podría colocar una base similar a un platillo sobre el embudo. Entonces, el
aparato habría sido sacado del baño de agua e invertido como se muestra en la (Figura 5‑2
Izquierda). Finalmente, el platillo se llenó con agua y luego se expuso el
recipiente a la luz solar. A medida que pasaba el tiempo, la hoja liberaba gas
y la cantidad producida podía leerse en las graduaciones del cuello del
aparato. El gas obtenido era de hecho, una mezcla de oxígeno gaseoso y agua (Farmer, 2010).
El agua no es el único líquido desplazable, otros montajes emplean mercurio o instrumentos mecánicos como émbolos en pistones móviles, pero la idea es la misma, a medida que aumenta la cantidad de gas, la burbuja se expande ejerciendo una fuerza que da movimiento al objeto de medición.
Interpretación moderna
El volumen de gas es igual al tamaño del
contenedor en el que se coloca el gas. Cuando infla un neumático o una pelota
de baloncesto, está agregando más partículas de gas. El aumento en el número de
partículas que golpean las paredes del neumático o el baloncesto aumenta el
volumen. A veces, en una mañana fría, una llanta se ve plana. El volumen del
neumático ha disminuido porque una temperatura más baja disminuye la velocidad
de las moléculas, lo que a su vez reduce la fuerza de sus impactos sobre las
paredes del neumático. Las unidades más comunes para la medición de volumen son
litros L y mililitros mL.
Unidades de volumen
Sin embargo, las unidades de volumen tienen
varios trucos, el primera el símbolo del volumen litro puede ser L cuando está
solo o l cuando está acompañado de un prefijo como en mililitros ml. El otro
problemilla concierna a las equivalencias con el metro cúbico, aunque 1 ml = cm3 que
llamaremos igualdad de medidas largas, 1 L ≠ 1 m3, de
denominaremos como la desigualdad de las medidas largas.
✔ Ejemplo. Demuestre
la relación entre litros y metros cúbicos por factor de conversión y reemplazo
algebraico.
Lo que hace que un metro cúbico sea una medida
masiva de volumen cuando la comparas con el humilde litro.
Una vez eres consciente de la igualdad de litro y
metro cúbico, puedes usarla como igualdad de conversión directa:
✔ Ejemplo. Convertir
4.5 m3 a litros
✔ Ejemplo. Convertir 750 ml a L
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